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TRAYECTORIA PLÁSTICA
            En fin, su destino era la pintura y la trayectoria realizada da fe de ello, con creces. Estamos ante un pintor de auténtica vo-
            cación, de aptitudes excepcionales para usar hábilmente los medios plásticos; un pintor que hubiese podido seguir muchos
            caminos, como lo demuestran varios de sus experimentos en diversas tendencias estéticas, entre las que está la abstrac-
            ción, la pintura matérica, la action painting, la nueva figuración a lo Bacon, el expresionismo y el cubismo. Pero él es, ante
            todo, un pintor figurativo sui generis, en cuya obra palpita siempre un emocionado  sentir, ese lado lírico que se relaciona
            estrechamente con la música.
            Su andadura pictórica comienza en 1957 y lleva ya más de 62 años de oficio, habiendo realizado más de 1500 obras, que
            incluyen los géneros del paisaje, el retrato, los interiores y algunos bodegones.
            Tras 20 años de silenciosa dedicación a la pintura, realiza su primera muestra en 1976, en la galería Ceibe de A Coruña,
            que regentaba, de un modo insigne Carmen Nieves, y en la que dio a conocer a todos los grandes pintores de Galicia. Años
            después, en 1996, para su muestra de Atlántica, Carmen Nieves, recordaba así aquel acontecimiento: “...En galería Ceibe,
            casi clandestinamente, arribaron un día tus cuadros. Supongo que llegaron solos y en secreto...   Mis neuronas, que tiran a
            pobres, se encendieron milagrosamente, ante aquellos colores ardientes, frescos, de primera mano, sin trampas ni aditivos
            engañosos. ¡Magníficos paisajes y retratos! Miguel: ¿retratas o confiesas?... “
            A partir de entonces, tras este extraordinario bautismo que lo consagra como profesional de la pintura por pleno derecho,
            se suceden las muestras: 1977, Caja de Ahorros de Vigo. 1978, de nuevo Ceibe. 1980, Kandinsky de Madrid, a la que da el
            espaldarazo, el crítico Fernando Mon, el cual le reconoce que “...ha logrado un más ajustado equilibrio cromático con exac-
            tas vibraciones coloristas... Miguel Zelada ha iniciado ya, con esta exposición, su etapa de madurez”. En 1981 expone en la
            galería Novecento, de Vigo, a la cual Domingo García Sabell dedica acertados comentarios::”...Se ve en esta pintura, con
            fuerte evidencia, el factor personal asomando innegable, a la superficie de los lienzos. Salta en ellos la luz - con sus goethia-
            nas pasiones. Salta. roto en mil pedazos, el contorno del rostro humano. Salta el laberinto bien construido del paisaje. Pero
            ese desmembrarse de la objetividad está como sujeto, como ligado por una unidad superior, que es geometría, laboreo en
            espejo de los perfiles, profundización cromática y difícil equilibrio de masas armónicamente dispuestas...” En 1983 vuelve  a
            exponer en Kandinsky. En 1987 lo hace en  Artelancia, León. En 1991 expone en Cámara de Comercio de A Coruña. Vuelve a
            Artelancia en  1992. En 1993 es el gran pintor Alfonso Abelenda el que saluda su muestra “La luz de la xiada”, para la galería
            Recoletos de Madrid: “Sí, la xiada, el orballo, la brétema, la mar, la sirena de un vapor al fondo. Todo esto está en Miguel
            Zelada. En su pintura y en su música. Galicia. Una Galicia entrañable. Y sin tópìcos folklóricos...Miguel pinta...para discernir
            una realidad detrás de los hombres y de las formas...”
            A partir de 1994 será la galería Atlántica, dirigida por el que fue entusiasta galerista, Salvador Corroto, la que muestre su
            obra. De nuevo es Alfonso Abelenda quien justiprecia sus aciertos pictóricos, con elogiosas y bien fundamentadas pala-
            bras:”... La Galicia de Miguel Zelada ...nos transmite la soledad creadora de un espíritu analítico y nostálgico que penetra
            a través del espejo en los misterios inescrutables de este nuestro entrañable paisaje... Miguel se introduce en el arcano y
            se pasea silenciosamente por sus recovecos, colores y ritmos, sin quebrar el cristalino silencio de lo ancestral...” También
            sobre la obra de esta época habla así el crítico de arte Antonio Martínez Cerezo: “ ...Sin quererlo o queriéndolo, su entronca-
            miento con Cezanne es innegable... Por lo demás, su pintura es sencilla: escenas campesinas ( tan caras también al maestro
            de Aix-en Provence), montes umbríos, valles verdes, árboles acogedores, caseríos dispersos, cielos ceñudos, interiores
            burgueses; todo lo cual pinta Zelada de primera intención, con buena mano, y sabiduría de gozoso gozador de la pintura...”
             En 1996 vuelve a exponer en Atlántica y, entonces, como ya dijimos, es su galerista de la primera muestra de 1976,Carmen


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