Page 124 - CATALOGO MIGUEL ZELADA_2020_FLIP
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LA OBRA. TEMAS. PLANTEAMIENTOS ESTÉTICOS
Miguel Zelada, como ya apuntamos, es músico y pintor -autodidacta, en ambos casos- y, por lo tanto, favorecido gene-
rosamente por los dones de las musas, un artista integral, con una sensibilidad especial tanto para emocionarse ante la
belleza como para convertir en reflexión meditada intelectualmente aquello que lo motivó. Esa dualidad entre lo sensitivo y
lo intelectivo la reconoce para todo su quehacer. Y se confiesa, ante todo, como un pintor realista, pero que pinta la realidad
que ve interpretándola desde su propia óptica; o, lo que es lo mismo, haciendo pintura que se traduce en emoción estética,
verdadera pintura, y no mera copia. O- como había señalado el pintor Alfonso Abelenda- “ Pinta para discernir la realidad
detrás de los hombres y de las formas...”
Su lado reflexivo le lleva a pensar detenidamente en el planteamiento de la obra que va a realizar, incluso, a veces, hace
algún boceto, pero una vez que la idea se ha materializado, la ejecuta con espontaneidad y rapidez, dando cauce a ese emo-
cionado sentir, que es equiparable al que nos produce la música. Esto le sucede, sobre todo con la técnica del óleo, cuyas
temperaturas cromáticas, sobre todo las de los colores complementarios, domina a la perfección de un modo intuitivo. Así
cantan en sus óleos armonías y contrastes de color, cuyo dominio es- como diría Matisse- el que hace al pintor.
En cuanto a la acuarela, tal vez por la misma necesidad de ajustar las aguadas, la realiza con mucho más detenimiento y
lentitud, pensándoselo mucho para que la obra quede limpia, clara y luminosa.
Nacen así de su paleta sus temas preferidos: el retrato, los interiores, y el paisaje que, en esta exposición antológica, tiene
un gran peso.
Abstractos
La muestra se compone ce 93 obras que abarcan desde 1964 a 2019, es decir, 55 años de quehacer que, además de confir-
mar su ya reconocido talento, nos permiten hacer algunos inéditos descubrimientos. Así, por ejemplo, los dos abstractos de
tonos terrosos de 1964 y 1967, con generosos empastes un tanto en la línea de la pintura matérica y que también recuerdan
el art brut de Dubuffett; uno de ellos configura irradiadores relieves que se expanden en estrella; el otro está formado por
globulosas y espesas manchas blancas salpicadas sobre un fondo oscuro, un tanto a la manera gestual del tachismo y de
la action painting o pintura de acción, en la que cuenta el dinamismo expresivo y el flujo rítmico. Son dos experimentos que
luego no cultivó, pero que revelan inquietudes y posibilidades expresivas.
Expresionistas
Más sorprendentes todavía, por su impactante expresionismo, son seis obras de 1977 y 1978, a las que titula Figuras y que
representan seres y rostros atormentados, de anatomías deformadas por retorcidos trazos. Las líneas negras del dibujo y
las tintas grisáceas y rojizo-terrosas de la agitada mancha crean una atormentada atmósfera que se acentúa por el claus-
trofóbico encuadre. Son obras que traen ecos de Bacon y de la Nueva Figuración, también del expresionismo alemán. pero
sobre todo tienen mucho de goyesco. Pensamos que, de haber seguido en esa dirección, hubiese podido convertirse en
uno de nuestros grandes pintores expresionistas. Sin embargo es una línea que nunca retomó, quizá por no adecuarse a su
temperamento, que es más cercano a los aspectos amables de la vida y que, aunque no excluya los dolorosos, se inclina
más del lado del lirismo que del de la tragedia. No obstante, hay que resaltar que algunos de sus retratos se nutren, aunque
de modo contenido ,de esa capacidad expresiva para captar las tormentas interiores del espíritu.
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